El día primero
del mes de enero, comienza un nuevo año, pero, ¿por qué? ¿Qué tiene de especial
el uno de Enero?
Si nos vamos
al inicio del uso del Calendario Romano veremos que ya en los tiempos en que
Roma no era más que una pequeña ciudad con un rey, usaba este calendario y que
fue Numa el sucesor de Rómulo en el trono el que añadió los meses de enero y
febrero a un año que hasta entonces sólo tenía diez meses y se iniciaba en los
idus de marzo, (el día 15 más o menos). Pero llegado el año 46 a.C, Julio Cesar instaura uno
nuevo, el Juliano, que comienza cada año en las calendas de enero, (principios de mes),
y que duraría hasta finales del siglo XVI. El mes de Martius (Marzo) si era un
mes lógico para el inicio del año. Marzo es el primer mes después de los fríos
invernales, del inicio de la primavera, del comienzo de la nueva campaña tanto
agrícola como de la guerra, el mes de la elección de los nuevos representantes
de Roma. Marzo era el mes del inicio del año y del inicio de todo. ¿Qué pasó
entonces entre la época del amigo Nuna y la de Julio Cesar para que cambiaran
ese inicio y por qué? Pues muchas cosas, menudos eran los romanos con 600 años
de por medio.
Gracias a los
estudiosos, historiadores y cronistas no tendremos que recorrer esos seis
siglos para encontrar la solución a nuestras preguntas y podemos ir
directamente al tiempo, lugar y circunstancias que dieron como consecuencia el cambio del inicio del año. Como no podía ser de otro modo eso ocurrió aquí
en España o Hispania y fueron los españoles o hispanos el origen o causa de ese
cambio.
Corre el año
179 a.C en la península ibérica que aún no termina de ser la Hispania romana
pues el dominio no es total ni mucho menos. Los bellos, un pueblo celtibero con
capital en Sekaisa o Segeda, —lo mismo da como la llamemos— lo que hoy quedaría
dentro de la provincia de Zaragoza entre las poblaciones de Mara y Belmonte de
Gracián, firman un tratado de paz o más bien sumisión con Roma a quien tributan
anualmente y quien ante las continuas revueltas no les permite fortificar las
ciudades. Pero en el año 154 a.C esto al parecer se ha olvidado o a algunos les
importa un bledo y el rey Caro de Segeda decide ampliar el territorio
amurallado o elevar la altura de las defensas actuales, la cosa es que Roma lo
considera una ruptura del acuerdo y lo declara “casus belli” o motivo
suficiente para tratar de exterminarlos. Tampoco está muy claro lo que fue, ya
que los que nos lo contaron después fueron los romanos y algún griego como Polibio
quien atribuye el origen de la guerra a las condiciones insoportables impuestas
por la administración romana. Sea como fuere la cosa es que, la invencible Roma decide reiniciar una guerra contra las tribus
celtiberas de aquella zona y para eso cree que el mejor es Quinto Fulvio
Nobilior, hijo de conquistador y por lo tanto bueno de necesidad. Pero nos
encontramos ya en otoño cuando todo esto se lía, los que vienen ahora son los
fríos que no es buena cosa para iniciar una campaña y si esperamos al inicio
del año, allá por marzo, para nombrar al nuevo cónsul, mientras éste se hace
cargo de sus legiones y se desplaza hasta Hispania habremos dado demasiado
tiempo de ventaja a los bellos que ya se han unido a los Titios y pronto lo
harán a los Arévacos (los de Numancia). Así que el senado romano que tiene unas
ganas que no puede de aplastar a los levantiscos hispanos decide saltarse a la
torera las normas y dando por finalizado el año nombra a su nuevo representante
para las calendas de enero y de esta forma con el inicio de la primavera
Nobilior ya se encontrará en Hispania al mando de 30.000 legionarios. En una
época en que las campañas militares eran el principal cometido de los cónsules
romanos y en que la falta de medios adecuados hacía impensables en la mayoría
de los casos que esas campañas se realizaran fuera de los meses de buen tiempo,
el senado vio rápidamente lo acertado
del inicio del año consular en el mes de enero, que permitía realizar
todos los preparativos y desplazamientos de tropas antes de la llegada del
tiempo de guerrear por lo que se instauró esta fecha, el 1 de enero, como la
del inicio del año y así quedó hasta nuestros días.
Sólo un rastro
nos ha quedado de aquel año que se iniciaba en el mes de marzo, así septiembre,
octubre, noviembre y diciembre no son el séptimo, octavo, noveno y décimo mes como
de su nombre debería deducirse, sino que se sitúan dos puestos más adelante al
pasar enero y febrero a los primeros lugares, pero al menos nos lo seguirán recordando
mientras no encontremos otro Julius o Augustus a quienes recompensar dando su nombre a un mes.
Visto esto,
está claro ya que el inicio del año actual se fraguó en España, no podía ser
menos, pero en lugar de algo tan idílico y digno de celebrar como la llegada de
la primavera, el inicio de la siembra y la preparación para un nuevo ciclo de
la vida, lo que dio origen a ello fue una supuesta sublevación o el intento de
acabar con la independencia de quien se negaba a someterse, que terminó en un
largo baño de sangre.
Alguno habrá
aprendido el porqué del inicio del año en enero y del descuadre en el nombre y
orden de los meses, pero quizá haya nacido en él la duda de qué pasó con
los bellos de Segeda y el ejercito de Nobilior. Para eso y ya desde los tiempos
de Heródoto existen lo que llamamos libros de historia, pero no seré cruel y
ya que la idea era contar esas pequeñas anécdotas del pasado y responder dudas, no crearé otras y terminaré el relato aunque sea de una manera
sucinta.
Pues bien, a partir de la primavera de este primer año de inicio en enero, el 153 a.C, las
tropas de Roma en las provincias de Hispania, se encuentran dispuestas para la
batalla y recibiendo más de un castigo por parte de los lusitanos en las
tierras de lo que hoy sería Zamora e incluso más al este, lo que anima y da
esperanzas a los bellos, que no obstante abandonan temporalmente Segeda ante
tanto romano y buscan refugio algo más al oeste, en la Numancia de los
Arévacos. Pronto las noticias de los triunfos lusitanos y de los abusos romanos
hacen que el pueblo celtíbero se una en el deseo de plantar cara a Roma, y que
cuando el día 23 de agosto, día del dios Vulcano, miles de legionarios en
columna y al mando de Nobilior se dirigen hacia Numancia con la intención de
tomarla al asalto y destruirla, el ejercito de Caro de Segeda, en lugar de
esconderse temeroso, aprovechando su conocimiento del terreno y la prepotencia
y seguridad de los romanos que les hacen tomar pocas precauciones, consigue
sorprender a la columna en un paso estrecho donde cayendo sobre ella causan más
de 6.000 bajas entre las que se encontraría el propio Nobilior de no ser por la carga heroica de su
caballería que le ayudó a huir con el rabo entre las piernas. El desastre fue tan tremendo para Roma que esta
fecha sería declarada como día nefasto y recordada siempre por las legiones
que la consideraron poco menos que maléfica y ningún general romano después
lucharía ese día a menos que fuera obligado. Las tropas de Caro, quien por
cierto sí murió en esa primera batalla, se retiraron a Numancia en busca de
refugio. Frente a esta ciudad, al llegar el otoño, tras reorganizar sus
legiones y una vez recibidos refuerzos procedentes de África entre los que se
incluían elefantes, Nobilior monta un campamento con la intención de asediarla.
Pero más cabreado que nunca y viendo que se le escapaba la posibilidad de
obtener su triunfo, pues el final del buen tiempo se acerca a pasos agigantados
y con ello también el fin de su mandato, decide tratar de asaltarla. Cuentan que el impacto de una roca sobre la cabeza de uno de los elefantes que hasta
ese momento tenían atemorizados a los asediados, hizo que éste se volviera
contra las líneas romanas pisoteando a cuantos legionarios encontraba a su paso
y que esto envalentonó a arévacos y bellos que decidieron realizar un temerario
contraataque que hizo retirarse al cónsul hasta su campamento nuevamente derrotado.
La cabezonería de Nobilior le obligó mantener el asedio a pesar de la llegada
del invierno y de la falta de medios para soportarlo, lo que volvió a diezmar
sus tropas hasta que con el nuevo año fue relevado del cargo y, humillado por
unos pastores y agricultores de Hispania, emprendió su regreso a Roma.
Si bien hubo algún
nuevo tratado de paz, lo cierto es que el abuso de los mandatarios romanos que
en su mayoría sólo pretendían regresar a Roma cargando con los laureles del
triunfo, hizo que Numancia y los bellos de Segeda se mantuvieran rebeldes hasta
que veinte años más tarde, el último de los Escipiones, Escipión Emiliano, tras
tres meses de resistencia, arrasara la ciudad. Pero esa es otra historia de la
que a lo mejor hablamos algún día.
A pesar de que
Nobilior en sus descargas de ira e impotencia se encargó de destruir y arrasar
la vacía ciudad de Segeda y de que otros Nobiliores modernos continúan a día de
hoy destrozando el patrimonio, podemos aún, si nos acercamos a la zona, ver
algunos detalles que nos marcarán su ubicación, así como restos de aquella
muralla en construcción por cuya causa el mundo entero inicia el año el día uno
de enero sin tener ni idea de ello.
Lo triste de esta historia, es que hoy en día muy poca gente sabe nada de esto, y si lo
ResponderEliminarleen lo hacen como una curiosidad. En Zaragoza concretamente, no se ha apoyado con medios económicos (muy escasos) la investigación en donde estuvo SEGEDA de sus ruinas y de sus fortificaciones y amurallamientos. Sin embargo Numancia al menos si se ha explotado turísticamente por Soria.
He estado en cientos de sitios y he pagado entradas a museos para ver cientos de "Leyendas" que posiblemente ocurrieron en esos lugares. leyendas que muchas veces solo les importa a los lugareños.
Sin embargo SEGEDA que hizo que Roma cambiase el Comienzo del calendario romano y posteriormente de muchas civilizaciones no se explota turísticamente ni se invierte en su investigación (y por lo general aquello que no se sabe no ha existido).
Los romanos aprovechando que tuvieron que variar sus costumbres por culpa de unos revoltosos, comprobaron que posteriormente les iría mejor y lo dejaron así definitivamente. ¿Por quien lo cambiaron? - Por los de SEGEDA. -Pues démosle bombo.
Un saludo
Jesús García
Lamentablemente creo que tienes bastante razón Jesús; esperemos al menos que entre tú, yo y algunos otros le demos al divulgación mínima para que exista cada día un poco más. Gracias por tu lectura y comentario.
EliminarExcelente artículo. Felicidades.
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